Amilcar.

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Tu nombre,
Me sumerge hoy en un recuerdo remoto
Y me remonta, como un barrilete hacia
La vida propia, que ya no reconozco
La vida propia, que me ha quedado huérfana.

En sueños,
Te observo en los lugares de siempre
Y tu voz atrae, como ecos de guitarra
Pero es tu silencio, el que me asesina a quemarropa.
Es tu silencio, el que me llena de preguntas.

Me abruma,
La barrera que hoy nos separa
Porque es la misma, que me mantiene vivo.
Me llena de un dolor tan mío
Como mi sangre que también es tuya.

Inmortal,
Hoy respiras,
Con el poder del pensamiento
Y tu libertad de movimiento,
Es la envidia de las aves.
Es la envidia del viento.


La muerte vino a buscarte,
A tomarte entre sus manos
Lánguidas, blancas, cálidas
En un ensordecedor abrazo.
Egoísta como siempre
Se apropió de tu compañía

De tu solitaria presencia,
De tu silencio de abismo,
De tu quietud de fotografía.
Que a veces despertaba la duda
Si estabas allí o te habías ido
Dejándonos tu ausencia.

Curiosamente,
Esa es ahora, mi única certeza.

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