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Septiembre asoma sus narices en la calle,
y las últimas hojas se desprenden de su árbol
flamean en el viento como plumas
desfilando lentamente, se despiden.
El almanaque deja caer sus hojas
emulando el espectáculo allí afuera
y los recuerdos como estrellas van legando
un postrero e infinito destello.
Septiembre asoma su narices
prediciendo los mismos nuevos soles
que anuncian el color como estandarte
de un mundo que renace aquí, en la calle.
Septiembre asoma sus narices... bonito
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