.
supongamos
que la memoria es una casa
de rostros viejos y no tanto
de perfumes de mujer
de tristezas de ferrocarril
habitada de fantasmas y no tanto
de las mesas del domingo
de los juegos de la infancia
habitada de recuerdos,
de algún aburrimiento,
de impúdicos tactos
y menudencias
supongamos
que la memoria es una casa
habitada de otras casas
valga la redundancia.
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