.
digamos
que no está tan mal sentirse solo
cuando la noche transcurre
entre brutales silencios
y entonces sueño
para verme de lejos,
y encontrarme contigo
en las callejas del sueño.

digamos
que lo penoso
de todo este teatro
sería despertar
con sabor a noviembre,
más precisamente,
esos días de noviembre
donde la lluvia cae cordial
y bienquerible
sobre las estatuas de la plaza

cuando en la claridad del día
uno mira al cielo
y se siente calado hasta los huesos,
abriendo un paréntesis
o tal vez una tregua
y estrenando entre dientes
ojalases de verano.

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